EN EL CORAZÓN DEL MUNDO 

 

 

“Puedo dar a Jesús sin perderlo y aun tanto más lo poseo cuanto más lo doy. Es como un fuego sagrado que, al comunicarlo, se inflama cada vez más. Palabras consoladoras y verdaderas que resumen lo que debería ser la vida contemplativa en medio del mundo: Jesús en el centro del corazón e irradiándose en todo lo que las rodea                                 

 

 M. Isabel

"No quiero de ningún modo, hacer de nosotras, religiosas activas. No es nuestro fin ni el llamado de Dios sobre nosotras. Pero a veces me pregunto si amamos suficientemente a los pobres, los miembros sufrientes de Jesucristo... El pobre es Jesucristo y Jesucristo es todo el amor de nuestros corazones. No rehusemos este medio, agregado a los otros, de ir a Jesucristo, pero que sea tan sobrenaturalmente, que no veamos sino a Jesucristo" 

 

M. Isabel

 

 

Insertas en una comunidad humana, atentas a los que nos rodean, establecemos con ellos vínculos fraternos, portadores de esperanza. En la simplicidad y en lo escondido e ignorado de lo cotidiano se enraíza nuestra presencia contemplativa.

 

(Regla de Vida 58)

 

 

Nuestras comunidades son hogares eucarísticos y lugares abiertos para los que quieren compartir sus alegrías, sus sufrimientos, sus esperanzas y su búsqueda de Dios.

 

 (Regla de Vida 59)

 

 

NUESTRA PRESENCIA A LOS OTROS SE REALIZA DE FORMA DIVERSAS 

 

 

Permaneciendo en la oración, en el corazón del mundo, somos solidarias de los hombres de nuestro tiempo.

 

Nuestra disponibilidad se traducirá “de manera tan diversa como la necesidad se haga sentir, la oración permaneciendo siempre primera” (M. Isabel) En la elección de estos servicios, los pobres serán los privilegiados.

 

(Regla de Vida 5)

 

La Madre Isabel nos dio dos orientaciones para poner en práctica:

 

    • suscitar la oración, transmitir la fe y los caminos de la vida espiritual,

 

    • y luego vivir un amor concreto y comprometido con los pobres.

 

 

EL TRABAJO 

 

 

Siguiendo la tradición de oración  y trabajo de la vida contemplativa, oramos y trabajamos para ganar nuestra vida. 

 

 

A ejemplo de Cristo de Nazaret y solidaria de los hombres, ganamos nuestra vida. El trabajo nos asocia a la obra creadora y redentora de Dios, Aceptamos  la pena, la renuncia y el cansancio que le son inherentes.

 

(Regla de Vida 31)

  

 

 

 

  La vida de oración unida a la vida de trabajo es la primera forma de penitencia"   M. Isabel  

 

 

 

 

El trabajo profesional nos incita en otro modo de presencia y de relaciones, al servicio del testimonio misionero en el mundo del trabajo. (Regla de Vida 62)