La Cruz de la Congregación

 

 

 Nuestra cruz de congregación que  sirve como nuestro logo. Habla de nuestra espiritualidad:

 

La cruz es ante todo la de Cristo y significa al mismo Cristo.

Pertenecientes a la familia de la Asunción somos Cristocéntricos, centrados en Cristo.

Esto significa que Cristo muerto y resucitado está en el centro de nuestra vida:

-         queremos contemplarlo y escucharlo sin cesar (congregación de vida contemplativa…)

-         reconocerlo (y si es posible transmitirlo) en todas las personas y situaciones (presencia contemplativa en el mundo);

-         con Él queremos estar en el centro de la Iglesia, sin devoción particular;

-         la oración es a la vez nuestra actividad principal como nuestro apostolado:

es personal y silencioso o público en nuestras capillas abiertas a todos, quiere continuarse interiormente a lo largo de todo el día en las actividades y el trabajo necesarios para ganarnos la vida, de esta manera, también esperamos dar a los demás el gusto por la oración y ayudarlos a avanzar.

 

Nuestra cruz es de madera y sencilla.

Ella nos invita a encontrar en Cristo nuestra verdadera riqueza y llevar una vida sencilla y pobre siguiendo a Cristo  pobre como él  nos dio un ejemplo con su vida enteramente dada, sin riquezas materiales, en la sencillez del trabajo (Nazaret)

compartiendo compañerismo con sus discípulos y una cercanía fraternal de compasión (que sana y levanta) ofrecido en las circunstancias ordinarias de la vida, especialmente a los pobres y menos estimados. Ella nos recuerda la exhortación de nuestros fundadores a querer y vivir siempre la sencillez, la humildad, la pobreza y que la verdadera riqueza no está en el tener ni en aparentar sino en la búsqueda de la unión con Dios.

 

Es la cruz del Resucitado

No representa al Crucificado: Él ha resucitado y no podría estar acostado en la cresta de esta cruz con sus ramas cortadas en punta.

Nos recuerda que la Cruz y la Resurrección van de la mano, una no va sin la otra: no hay domingo sin viernes y viceversa. Morimos y resucitamos con Cristo.

 

Ella también nos recuerda la vida eucarística, entregada por amor y realizada por gracia, que marca la vida  Orante y nos invita a ofrecernos en el día a día real por amor y en acción de gracias.

Nuestros fundadores nos muestran caminos de ofrendas de si y sacrificio por amor.

Siguiéndolas, vivamos en la esperanza y en la fe de que la vida puede brotar de la cruz cuando ella se presenta.

 

Nuestra cruz es de sección triangular y así nos recuerda la vida trinitaria

Esto está en el centro de la espiritualidad agustiniana y en la base de la vida comunitaria que es la  nuestra.

A la luz trinitaria, San Agustín recomienda vivir la caridad y la interioridad:

Es a través de sus pasos que llevamos una vida de oración consagrada en comunidad fraterna.